Puede que no a todo el mundo le gusten los cambios, que
sienta que la vida va tan rápido que no da tiempo a asimilar las nuevas
circunstancias, las nuevas tendencias, las nuevas formas de vivir. A veces, creo nos podemos sentir como que se
nos escapa el tren y que no estamos hechos para el ritmo brutal y la presión
que soportamos día tras día.
Nos exigimos más en todo, queremos ser, las profesionales
perfectas, las mujeres perfectas, las compañeras perfectas, las madres
perfectas, las hijas perfectas, vaya poco más o menos que super mujeres. Todo esto tiene muy poquito que ver con la
realidad, mejor dicho, nada que ver con la realidad. Tenemos limites, somos imperfectas y además
el día tiene 24 horas y algunas de ellas se las debemos al descanso. Pero ciertamente, muchas veces nos sentimos
frustradas porque el ideal, de lo que nos gustaría se queda muy lejos. Pero ¿Quién realmente nos marca cual es
nuestro ideal? ¿Por qué ese nivel de
autoexigencia? ¿Somos víctimas del que dirán? ¿Es por nosotras o por la imagen
que queremos proyectar a los demás?
Reflexiones que me hago muchas veces y que depende el día,
surge de mi interior la mujer segura que soy o el pepito grillo que me fustiga
y me critica hasta la extenuación.
Porque como muy bien dice la canción, de mi admirada Vanessa Martín,
tengo muchas mujeres habitando en mí y alguna de ellas ni yo las conozco. Por esa complejidad, que tanto me maravilla
de nuestro sexo, creo deberíamos quitarnos muchos falsos mitos y querernos más.
Nos lo tenemos que creer, debemos ser capaces de gustarnos
primero a nosotras mismas y eso se transmite en seguridad, confianza y vivir
más de acuerdo con nuestras características. Seamos capaces de premiarnos, de
disfrutar de pequeños momentos de placer que nos hagan la vida un poquito más
fácil. Pongamos metas, retos, ilusiones
y vamos a perseguirlas, no importa cuales sean, pero eso si porque nos lo
merecemos y tendemos derecho a ello.
Las opciones para auto regalarnos esas pequeñas cosas son
cada vez más asequibles y esos momentos con nosotras mismas y con nuestro
cuidado y bienestar, son cada vez más necesarias para enfocarla la vida con más
optimismo y positividad. ¿Quién va a cuidar mejor de ti, que tu misma? Una ducha relajante con mascarilla para el
pelo, un peeling corporal, una crema relajante para las piernas, un tratamiento
para las uñas, una limpieza de cutis, una mascarilla facial…. Insisto los niños
dormidos, compañero/amigo/marido tranquilamente en el sofá y el baño es
tuyo. El templo del placer diario, 5, 10
minutos para dedicarle a esa parte de tu cuerpo que entiendes más lo necesita,
en soledad, con tus pensamientos, repasando el día, ¿unas velitas? ¿una
infusión? O a las que vivan solas y
dispongan de otras horas, una copa de vino, tu música favorita y a sentirse
como una faraona. Doy fe… me ha costado
muchoosss años de mi vida hacerlo, pero ahora ya se ha convertido en vicio y lo
estoy disfrutando profundamente ¡Y que no me lo quiten! Ya he dejado de sentirme culpable por ello,
me he creído que me lo merezco y sinceramente había partes de mi cuerpo que
estaban olvidadas y he vuelto a reconquistar.
Sinceramente, no pretendo en estos ratitos aparentar 10 años
menos, ni dejar de tener celulitis, ni que me pelo deje de encresparse, pero
oye, poco a poco, me va luciendo.
Además, me permite probar cosméticos nuevos, utilizando todas las
muestras que me van regalando o comprando productos que no me rompan el
presupuesto familiar o incluso seguir nuevas tendencias tan de moda ahora en el
mercado.
En definitiva, me encanta ser mujer, me encanta sentirme y
verme mejor, me gusta cuidarme y me chifla pasar un ratito conmigo misma, hace
que recargue las pilas, me mire al espejo y diga como Carmen Maura: Nena tus vales mucho. A por ello!!!!